Bajo la superficie de las cosas
La existencia misma de otras formas de ser, otros modos de pensar, otras visiones de la vida desmienten a quienes, en nuestra propia cultura, dicen que no podemos cambiar, como sabemos que debemos hacerlo, la manera fundamental en que habitamos este planeta.
Wade Davis
Por Andrea Yepes Cuartas
Friedrich Schiller fue poeta, filósofo, historiador y editor y aún así dijo alguna vez de Alexander von Humboldt que “Nunca lograría nada grande porque le interesaban demasiadas cosas (...) nunca podría crear, solo dividir”. La curiosidad financiada de Humboldt pasó por la geografía, la botánica, la astronomía, la poesía, el humanismo y la exploración y en su quehacer quedó consignada la poca distinción que hacía entre disciplinas que en algún momento parecían opuestas como el arte y la ciencia. Para él era necesaria la poesía para comprender los misterios del mundo natural. A veces la ciencia y su proceder parecen obviar que son imprescindibles otros oficios y otras formas del pensamiento para que lo que estudia, explica y predice sea posible. El mundo, sin embargo, nunca necesitó tanto una aproximación multidisciplinar a la realidad.
Wade Davis estudió antropología, biología y etnobotánica y entre su labor amplia ha recorrido América con la intención de ver y registrar en libros, artículos y documentales el conocimiento y las formas de vida de culturas nativas. La editorial Crítica publicó Bajo la superficie de las cosas, un libro que recopila algunos ensayos que hizo durante y después del 2020 donde habla de la pandemia, de la crisis climática, de Estados Unidos, de la memoria y la guerra, de exploración y antropología y, sobre todo, de la importancia de escuchar todas las voces posibles y de la belleza que hay en un mundo donde la realidad es tan diversa como las culturas que contiene.
“Cada cultura es una magnífica constelación de ideas e intuiciones, mitos, recuerdos, percepciones e innovaciones que siempre están cambiando, y que, al unirse generan una visión única de la vida misma. Cada una es su propia respuesta a una pregunta fundamental: ¿qué significa ser humano y estar vivo?”, escribe en un ensayo que busca mostrar la relevancia de la antropología como una disciplina y donde resalta que es en la conversación con otros que este campo logra tejer conocimiento y acercarse así al centro de la vida y de lo que existe. Argumenta que no es posible llegar a comprender y así transformar lo que somos como especie y lo que nos rodea si no es unidos, atentos a lo que otras culturas o materias tienen para decir.
El libro es actual y ofrece un gran panorama para comprender la complejidad del pensamiento colonial y la miopía que este imprime al pensar que hay una manera correcta de hacer las cosas y que “todas las demás son intentos fallidos”. Los textos de Davis permiten pensar en el requisito asociativo que tiene la ciencia para completar su labor y en cómo lo que tradicionalmente se ha visto como “lo otro”, ha sido siempre parte. La ciencia ya no es, tal vez nunca lo ha sido, solo para entender la naturaleza de la realidad; es sobre todo una herramienta para el cambio, para “aprender a vivir y morir bien de manera recíproca en un presente denso”, como escribió Donna Haraway. Para eso, para cumplir su cometido de evolución, es necesario que camine acompañada.
Bajo la superficie de las cosas
Wade Davis
Crítica
310 páginas