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Nuestra Primera Órbita: la vuelta al mundo en 108 minutos

Por: Milton Carvajal 
Coautoría: Laura Vélez

Bitácora de navegación - Entrada #61.04.12
Coordenadas: 
45.920278°N
63.342222°E
Fecha: 12 de abril de 1961 – 09:07, hora de Moscú
Misión: Vostok 1
Duración del vuelo: 108 minutos

No todos los viajes comienzan en el momento del despegue. Algunos empiezan años antes, cuando ni siquiera hay mapas que indiquen la ruta. En ocasiones, muchos de estos viajes son motivados por factores distintos al deseo de conocer el mundo, o en este caso, el universo en diferentes direcciones. Y el vuelo de Yuri Gagarin, el primer ser humano en llegar al espacio, no fue una casualidad heróica ni un viaje ajeno a estos factores. 

Este primer vuelo fue el resultado de una acumulación de éxitos previos muy precisos: desde el particular pitido que emitió el Sputnik 1, cuando hizo las primeras transmisiones de ondas de radio desde el espacio y eran capturadas por los equipos en Tierra que generaban el característico beep-beep , la mirada de Laika desde la órbita sobre la Tierra, el impacto de la sonda Luna 2 que logró ser el primer objeto construido por el ser humano en estrellarse de manera controlada sobre la superficie de la Luna, y el contraste de luz y sombra revelado por Luna 3, que mostraba por primera vez en la historia el lado oculto de la Luna. Paso a paso, los soviéticos marcaron las primeras huellas en el camino que conducía la humanidad hacia el espacio.

Es por tanto camino recorrido, que el 12 de abril se conmemora el Día de la Cosmonáutica y se recuerda a Gagarin como pionero, 64 años después de la primera órbita de un humano a la Tierra. Este piloto, de apenas 27 años, fue el primero en escapar de la gravedad de nuestro planeta, para lo que necesitó de todo el esfuerzo, dedicación, conocimiento e ingeniería de una nación que trabajaba unida, bajo la premisa de lograr lo imposible. 

Los soviéticos diseñaron y construyeron poderosos cohetes y naves que les permitieron ir al espacio en la década del 50, pero desde comienzos del Siglo XX ya soñaban, al igual que el resto del planeta, con tocar el cielo. 

Después de décadas de investigación, teorización y puesta en práctica, llegó el día uno del resto de la historia. Gagarin fue el primero en ver la Tierra desde afuera, en poder ver una esfera cubierta de verde y azul reconociendo las masas de agua y continentes, en estar a cientos de kilómetros de los cúmulos de nubes que esa noche llovían sobre Colombia, en completar una vuelta alrededor de casi 40.000 km y poder pasar, en tan solo una hora y cuarenta y ocho minutos del día a la noche y nuevamente al día, en tener el privilegio de ser los primeros ojos humanos que miraron la Tierra en perspectiva y decir con toda certeza “¡qué hermosa es!”. 

Pero lo que Gagarin hizo no fue para nada un logro individual ni una mera victoria política. Fue el acto inaugural de una nueva era: la humanidad, por fin y por primera vez, salía de su planeta a descubrir nuevos horizontes.

Idartes conmemora en el Planetario de Bogotá, no solo un viaje, sino un momento en que todo cambió. Un momento fundamental, no tan conocido por el público, pero que le dio un vuelco a la forma como explorábamos nuestro mundo y el de afuera, un momento que nos permitió imaginar nuevas posibilidades a medida que alcanzábamos las que una vez nos propusimos, un momento que nos dio la libertad de dibujar nuevos umbrales. Es imposible desconocer el capítulo de la historia que creó las bases para el resto de pasos siguientes: sin Vostok 1, no habría habido Apolo 11, sin la órbita de Gagarin, no habría existido la huella de Armstrong.

Aquella primera órbita de 1961 fue, al mismo tiempo, causa y consecuencia. Sucedió como resultado de un proceso técnico y geopolítico extraordinario, enmarcado en el contexto de una posguerra y una Guerra Fría que le dieron un empujón e inyección de capital a la producción de conocimiento científico. Pero también, esta primera órbita fue la antecesora de todos los hitos y eventos que marcaron la exploración espacial y que por mucho tiempo creímos imposibles: caminatas espaciales, estaciones orbitales, sondas interplanetarias y la posibilidad de proyectar misiones de cooperación internacional. Una pequeña cápsula esférica, orbitando a 350 Km de altura y a 27.000 km/h, reescribió lo que era posible.

Hoy después de seis décadas, la humanidad entera sigue orbitando con ideas que nacieron de aquel vuelo, impulsando objetivos que aún gravitan entre estrellas esperando a ser alcanzados. Aquella primera órbita logró probarle a la humanidad que el cielo no es el límite y recordar, en las propias palabras que pronunció Gagarin desde lo alto, que la Tierra no tiene fronteras.

Imagen cortesía de: ROSCOSMOS

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