Las cosmicómicas
“El espacio era curvo en todas sus partes, pero hay puntos en que es más curvo que en otros: una especie de sacos o estrangulamientos o nichos, donde el vacío se arruga sobre sí mismo”.
Italo Calvino
Para subir a la Luna bastaba tan solo una escalera. El primer cuento de Las cosmicómicas, del escritor italiano Italo Calvino, cuenta la historia de un mundo en el cual era posible subirse a una barca, acomodar una escalera y llegar al satélite natural a recoger leche lunar, una sustancia densa, “como una especie de requesón”. Las historias que le suceden a este cuento tienen como personajes a partículas de hidrógeno que sirven como canicas para jugar, galaxias que se retan y conversan entre ellas, peces que se niegan a evolucionar, mamíferos que acogen a un dinosaurio y una Tierra sin colores.
A través del personaje Qfwfq, que tiene todos los años posibles y puede mutar a todas las formas, Calvino crea historias que –aunque tradicionalmente se encasillan en la ciencia ficción– tienen un tono propio de la mitología. Parece que estuviera creando su propia versión de cómo fue el inicio y de los cambios que han ocurrido en el universo para que exista vida en la Tierra.
Esta mitología parte de teorías científicas que en algún momento de la historia –incluso hoy– han sido válidas, como la de George H. Darwin, que especificaba que la Luna y la Tierra estaban muy cerca en algún momento de la historia, o la teoría del Big Bang, o la lógica de la cibernética que, aplicada a la historia del universo, “está a camino de demostrar que las galaxias, el sistema solar, la Tierra y la vida celular no podían no nacer”.
Frente a la presencia del misterio, la literatura ha hilado y ha concebido. El universo, del que se saben solo pocas cosas, aparece como un terreno fértil –tal vez como ningún otro– para imaginar y construir narrativas completas. Entre 1963 y 1964 Calvino se dedicó a mirar el cielo y a publicar estos cuentos en algunos periódicos (luego recopilados). Para hacerlos usó, entonces, lo que se desconoce y lo que se creía conocer; sus herramientas fueron el conocimiento y el vacío.
Italo Calvino dijo que le gustaba servirse “del dato científico como una carga propulsora para salir de los hábitos de la imaginación y vivir incluso lo cotidiano en los confines más extremos de nuestra experiencia”. Las cosmicómicas, que van entre el humor y lo que para algunos sería disparatado, son muestra de eso.
Todas las cosmicómicas
Italo Calvino
Editorial Siruela
364 pág.